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El Cristiano y La Depresión

Se escucha bastante piadoso decir que el hijo de Dios siempre confía en el hecho de que todo va a salir bien, nunca se preocupa, nunca se desaníma y mucho menos caerse en la ansiedad y la depresión. Aunque eso siempre debe der ser cierto en todos los casos, bien sabemos que la vida presenta otra realidad.

A pesar de que no debe de suceder, es un hecho que muchos seguidores de Cristo sufren de la ansiedad y la depresión. Aunque existe la posibilidad de que la raíz sea el pecado en algunos casos, nunca debemos de llegar a esa conclusión sin estar 100% ciertos. Desde una perspectiva medica, la ansiedad y la depresión tienen su origen en la escasez de la serotonina, la cual es un neurotransmisor que juega un papel muy importante en gobernar el estado de animo del individuo y otros aspectos del sistema nervioso y la fisiología. Esto de ninguna manera justifica categorizar al que padece como un enfermo mental, puesto que millones de personas totalmente normales viven esta experiencia al diario y siguen adelante con sus vidas. En casos muy extremos, la severidad de la enfermedad paraliza al individuo al punto de requerir tratamiento mas extenso. Pero repito, en la gran mayoria de los casos, la persona aprende a vivir con la enfermedad sin dejar de participar en las actividades cotidianas como trabajar, estudiar, etc. No obstante, esta situación puede ser infernal y robar el gozo de la vida.

Como Cristianos, es de suma importancia que nosotros mostremos empatía y no juicio ante nuestros hermanos que sufren de la ansiedad y la depresión. Ellos necesitan ver que estamos orando por ellos y sinceramente interesados en su bienestar. Tambien, es imperativo que evitemos el error grave de creer que ellos viven en tal condición voluntariamente y que pueden superarlo instantaneamente. Sin embargo, esto no significa que no se debe de animar a la persona a tomar la responsabilidad de tomar los primeros pasos hacia su recuperación. Los que padecen tienen el poder de decidir si van a permitir que la enfermedad los controle y arruinar el resto de su vida. Con el poder de Dios uno si puede vencer la ansiedad y la depresión. Por mas larga y difícil que parezca la lucha, vale la pena resolver pelear en vez de resignarse a ser víctima. La decisión descansa totalmente en las manos del que sufre.

En conclusión, sufrir de la ansiedad y depresión nunca debe de ser un estigma para el hijo de Dios. De ninguna manera significa locura o problemas mentales. Tampoco es inherentemente el producto del pecado. El origen proviene de multiples fuentes y lo peor que uno puede hacer es callarse y sufrir en silencio en vez de compartir su situación con la iglesia y buscar ayuda. Tambien, al padecer, uno tiene que resolver buscar la ayuda de Dios y poner de su parte si de verdad quiere ganar la batalla. Ser víctima perpetua no es una opción. Que Dios nos ayude a todos a mostrar compasión y la fuerza de una voluntad firme ante la adversidad de este problema.

Bendiciones.

el 27 de septiembre 2020


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